

Trabajo Práctico de Educacion Tecnologica
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La Mazorca: "Organizacion Parapolicial al Servicio de Rosas"

"Mazorquero"
"Rosas"...
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La Mazorca:
La Mazorca fue una organización parapolicial que ejerció su acción al servicio de Juan Manuel de Rosas —gobernador de la provincia de Buenos Aires— entre 1833 y 1846 y que utilizó el terror como instrumento de gobierno. Estaba muy asociada a la Sociedad Popular Restauradora, pero era relativamente independiente de ésta.
Origén:
En 1833 era gobernador de Buenos Aires el general Juan Ramón Balcarce, miembro del Partido Federal. Éste estaba escindido en dos facciones, una liderada por el ministroEnrique MartÃnez que eran dirigidos por el ex gobernador Juan Manuel de Rosas, que estaba en la Patagonia, liderando una campaña contra los indÃgenas del sur. Cuando el enfrentamiento entre ambos grupos llegó a su máximo, la esposa de Rosas, Encarnación Ezcurra, agitó a las clases medias y bajas en contra del gobernador Balcarce.1
Un grupo de comerciantes y otros miembros de las clases medias formaron un club polÃtico llamado la Sociedad Popular Restauradora; sus tareas habituales consistÃan en realizar reuniones para discutir sobre polÃtica, informar de todas las actividades opositoras a Rosas y realizar manifestaciones en contra de personajes polÃticos de la oposición, generalmente frente a sus casas, en una versión violenta de lo que hoy se conoce como escraches.1
En octubre de 1833 estalló la Revolución de los Restauradores, en la que tuvieron papel destacado la acción de un grupo de militares, varios cuerpos de policÃa, varios grupos de manifestantes de clases bajas, y la Sociedad Popular Restauradora. Tras una semana de enfrentamientos, Balcarce fue obligado a renunciar y fue reemplazado por el general Juan José Viamonte.1
En las semanas siguientes se produjeron ruidosas manifestaciones por parte de la Sociedad Popular Restauradora; la noche del 29 de abril de 1834, una partida policial no identificada realizó varios disparos sobre las casas del ministro Manuel José GarcÃa y del diputado provincial Pedro Pablo Vidal, ambos ligados al ex presidente Bernardino Rivadavia.2 En el tiroteo fue muerto por accidente un transeúnte, Esteban Badlam Moreno.3 Si bien Encarnación Ezcurra se adjudicó la autorÃa intelectual del atentado, esa fue la primera aparición pública de la Mazorca.4
Su Funcionamieno:
El origen de la denominación de la organización parapolicial como la Mazorca es algo incierto, ya que mazorca es el nombre de la espiga del maÃz. Algunas fuentes aseguran que se debÃa a que sus integrantes estaban muy unidos, como los granos de maÃz. Los opositores a Rosas afirmaron que se debÃa a que la palabra es parecida a la expresión "más horca", argumentando que apretaban al pueblo para suprimir a la oposición unitaria.7
La versión más difundida asocia su nombre a un poema amenazante publicado en las calles, escrito por el después opositor José Rivera Indarte para publicitar la acción de la Sociedad Popular Restauradora
Origén del Término:
La Mazorca estaba formada por dos cuerpos especiales de la policÃa y serenos, dirigidos por los comisarios Ciriaco Cuitiño y Andrés Parra. Entre los subordinados de éstos, trascendieron nombres como los de los oficiales Silverio BadÃa, Manuel Troncoso, FermÃn Suárez, Estanislao Porto y Leandro Antonio Alen. Este último era el padre de Leandro Alem, el cual cambió su apellido para no ser vÃctima de discriminaciones. También formó parte Cirilo José Moreira, padre del célebre gaucho Juan Moreira un español extremadamente feroz que fue fusilado en 1842 por orden del mismo Rosas.8
Además, la Mazorca contó con la colaboración del periodismo rosista que rápidamente monopolizó la prensa. Entre sus miembros se destacó Nicolás Mariño quien, además de ser policÃa, fue un periodista de temer que tuvo a su cargo la compaginación del periódico La Gaceta Mercantil siguiendo los lineamientos y apuntes que le deba el propio Rosas u otros mazorqueros.9
Por su parte, la Sociedad Popular Restauradora se convirtió en una sociedad respetable, al ingresar a la misma personajes notables de la sociedad, incluso millonarios como Juan Nepomuceno Terrero o Nicolás Anchorena, y generales como AgustÃn de Pinedo, Lucio N. Mansilla y Miguel Estanislao Soler. Si bien no ha quedado registro, se cree que entre sus fines estaba la financiación de la Mazorca, y quizá la fijación de objetivos.
El Terror:
A partir de 1839 la Mazorca aumentó sus actividades que se volvieron más violentas. Impuso su misión a través del terror, la versión más extrema y radical del rosismo, quien decidió aumentar el control polÃtico y social aprovechando la guerra civil que vivÃa todo el paÃs.
Ese año se produjo la Conspiración de Maza. La conjura fue disuelta fácilmente; Manuel Maza —presidente de la Junta de Representantes provincial y amigo personal de Rosas— fue asesinado, y su hijo fusilado. A diferencia de la Sociedad Popular Restauradora, que actuaba a plena luz del dÃa y mostrando la cara, la Mazorca actuaba de noche y a escondidas; la identidad de los asesinos de Manuel Maza permaneció anónima, aunque la mayorÃa de los historiadores acusa a la Mazorca.14 No obstante, Adolfo SaldÃas ha puesto en duda esta afirmación y acusado de su muerte a los propios conjurados, que lo habrÃan eliminado para evitar que toda la organización fuera descubierta;15 por su parte, el propio Rosas culpó del hecho a un tal Gaitán y a Ciriaco Moreira, dos destacados mazorqueros.16
En los meses siguientes se produjo la revolución de los Libres del Sur, lo que generó mayor violencia por parte de la Mazorca.14
El terror fue el método parapolicial que la Mazorca empleó para conjurar a los enemigos de Rosas que participaron tanto de la conspiración de los Maza como de la revolución de los Libres del Sur de Buenos Aires, que provenÃan ambos del lado federal, diferenciando a enemigos y aliados del rosismo.
El periodista mazorquero Mariño no sólo se transformó en el principal ejecutor de los asesinatos de Rosas sino que a través de la Gaceta Mercantil fue el difusor de todo tipo de diatribas y calumnias sobre los adversarios del rosismo, desbordando los lÃmites del propio lenguaje escrito en el que el régimen impuso como costumbre el uso de frases tales como:
¡Mueran todos los enemigos de nuestro amado Restaurador degollados como carneros!